
Muchos de los que me conocéis sabéis que soy un culo inquieto, pues si no ando metido en una cosa es porque no puedo perder tiempo con la otra; y en parte es lo que me llevó en su momento a compatibilizar mi trabajo como redactor con el estudio de una carrera en la UNED. Algo que por cierto os invito a probar, pues es un reto que os hará descubrir lo que es dejarse las neuronas bajo la luz de una lámpara.
En fin, sin divagar más os comento que en estos días la Universidad ha abierto el periodo de matriculación para el segundo semestre; y como por razones de la vida no había podido presentar papeles para la primera mitad del curso he ido a tramitar mi regreso a las aulas -de manera figurada, pues aquí se estudia desde casa-. Como os imaginaréis antes de nada tocaba pagar los créditos, y se da la circunstancia de que de manera extraña la UNED solo tiene acuerdos de pago a nivel nacional con el Banco Santander (también con alguna caja andaluza, pero nada práctico aquí en Vizcaya). ¡Pues nada, al Santander que voy!
Banco Santander, la entidad a la que le gusta acosar a quien entra en sus sucursales
Andaba hace un rato haciendo unos trámite por el barrio de Deusto, en Bilbao; y como tenía este asunto pendiente me he animado a entrar en la oficina que la entidad tiene en la Avenida Madariaga. A fin de cuentas no era más que un mundano trámite bancario. ¡Craso error!, se trataba de un trámite con show.
Nada más entrar en la oficina me encuentro, en medio de la zona de recepción, con una empleada con cara de querer venderme una enciclopedia que me impide el paso. ¿Por qué? Pues porque primero tenía que meter mi DNI en un ordenador que ahí había colocado el gerifalte de turno -un sistema para solicitar ser atendido que, en mi opinión, vulnera la intimidad de los consumidores-. La teoría es que el requisito del DNI es para que el ordenador pueda identificar a quienes son clientes, dándoles así preferencia de paso. Pero, ¿y si no me da la gana de decirles a este nido de chupópteros cuál es?
Lo triste del asunto es que la chica -muy maja ella- no ha tenido remilgos en coger del brazo a aquellas personas que habían traspasado su “muro de control” sin pasar por el procedimiento de marras. No es muy educado arrastrar a un señor “de cierta edad” hasta el ordenador “para cumplir”, ¿no os parece? Por lo visto ahora el Banco Santander quiere ser conocido como un híbrido entre pescadería, discoteca de polígono y casa de empeños -por aquello de los pisos embargados-.
El cajero “guay”
El asunto es que tras superar el control pretoriano de “doña sonrisas”, y después también de haber esperado mi turno, me toca la vez para quitarme del medio la matrícula. Pero aún quedaba una sorpresa: el cajero “guay” -por no decir gilipollas, que uno es educado-.
El panorama es el siguiente: me acerco al tipo, que estaba en la caja número uno a eso de las 11:45 de hoy (viernes 17); le saludo y le comento que quiero pagar una matrícula. Me toma los papeles y me suelta “¿Para qué estudiar, si con ese cuerpazo puedes entrar en Hombres, Mujeres y Viceversa?”. Me he quedado pensando en lo **** que era el tipo. ¿Qué manera es esa de tratar a la gente?¿Esa es la imagen que quiere dar el banco? Pero bueno, llevaba el día en paz y no quería discutir con nadie -aún a pesar de que lo había interpretado como un insulto al estar gordito/rellenito/fuertecito/con huesos grandes/gordo-. No es que sea algo que me afecte, pero me toca los cojones el atrevimiento del “musculitos de gimnasio” de turno -sí, estaba cuadrado el tipo-.
Pero como raro la cosa no acaba ahí, pues se fija en la carta de pago de la UNED y me suelta otra perla: “¿Antropología Social? Mira chaval, te voy a dar un consejo: no pagues por esto. El secreto está en no trabajar y en ser rico”. Y bueno, como os imaginaréis mi cara de poker ha sido de primera al escuchar eso. ¿Se puede ser más gañán? Me han dado ganas de subir a la librería que hay justo encima de la oficina, comprar un libro de Malinowski y tirárselo a la cara. Pero bueno, uno que es educado -e imbécil- vuelve a sonreir.
Y para terminar el tipo va y me da más cambio del que debía. ¿Sería una compensación por la rabia que me ha entrado? En fin.
Aclaración
Soy consciente de que poner a la chica en la entrada de la oficina puede ser política del director de la sucursal y no de toda la compañía. No obstante el máximo responsable de la delegación representa legalmente al Banco Santander, por lo que veo correcto criticar por este punto directamente a la entidad bancaria.
Por otra parte también soy consciente de que lo que haga un empleado no es responsabilidad del banco, pero se notaba que no era la primera vez que hacía algo por el estilo este trabajador. De ahí que considere que tenía el visto bueno de sus superiores. Es decir, del banco.
Yo por desgracia tengo que ir casi a diario a una oficina de estos desgraciados , y siii lo del turno y lo de poner el dni por supuesto que vulnera la intimidad por lo menos